Nos supo salvar.

13 de noviembre de 2011

Teatro de vida.

Puedo verlos, pero no puedo sentirlos, todos esos que están en el limbo vienen hacia mí. Despierto, me limito a lo que he visto, pero en mis sueños puedo interpretar todo aquello que está fuera de mi alcance. Viejas experiencias de personas que ya no están, yacen en la prisión más impenetrable, aquella de la cual no puede salirse, si no dentro de miles de años. De paso, como en todos lados que esté, no voy a ser yo quien esté acá, nosotros vamos a serlo. Un falso paraíso acondicionado por la mediocridad humana, que no ve más allá de los ojos. Esta ruta no termina, donde realmente debería, es tan largo el abismo que supera las leyes de la física que claramente han sido re-descubiertas por el humano común.
Un ser humano tan limitado piensa que viene el fin del mundo, pero llegó hace rato. Lo que en realidad debería ser un cambio en nuestras mentes, se convierte en una farsa mediática, que afecta a casi todos los paranoicos que tememos por una vida material que tal vez debe terminar. El miedo siempre fue el mismo, es tan simple que no puede ser visto, debería ser más explícita la muerte, pero nunca avisarnos cuando termina esta vida quisquillosa. Así tal vez de un momento a otro podemos deshacernos de los sentimientos que atan al individuo como persona, ese instinto debe saciar la sed de convertirme en animal, otra vez.
Puedo parodiar la sociedad, pero nunca podré convertirme en uno de ellos, tal vez esté errado con la normalidad o tal vez este alter-ego pelea para salir una vez más y deshacerse de esto, que llamo, vida mortal.