Nos supo salvar.

4 de junio de 2013

Lo que hace.

El acompañamiento es un placer que solo los más solitarios saben descifrar, aún así y habiendo perdido tanto, hay que saber no perder el amor al mundo y al vidrio que nos hace ver mejor. Ese espejo, inviolable, que nos refleja nuestra propia mentira. En un estado cósmico, risas, gritos, bailes y giros. Taco aguja intachable para una altura menor a la de un ser tan malvado. El silencio nos refleja los gritos precoces, estallando desde lo más bajo, pasando desde el dedo más gordo de tu pie hasta tus puntiagudos huesos de la espina dorsal. Sentí la necesidad de escribir ésto, porque no paro de pensar en aquello. Hice tanto mal, que al fin y al cabo hice bien. Es mi decisión crear esto, vivir de esta manera. El mundo está tan loco, allá afuera, no salgas. Vení, quedate, estemos, seamos. Muy unidos, pero desvinculados. No temas, luchá. No extrañes, desenmascara. No te pierdas, llamame. Esperá y vas a ver, que el tiempo me dará la razón. Un año, dos, diez, quince, no importa. Quien sabe lo que quiere, saber esperar. El que es necio, siempre tiene razón. Nosotros mismos nos encadenamos en estas cosas, nos gusta el encierro, preferimos la calma, morir lentamente, mente de aeróbicos, consumos y burbujas. Está bien, ser feo es una garantía de por vida, no se es mejor persona, pero se aprende a ver lo que nadie quiere.
El dolor no es compañero, nunca más. 
No hay luz, hay colores y movimientos.
Cero, totalmente, verde y marrón.
Crisis, fotos, plástico y lapiceras.
Catarsis, claustrofobia, pánico y fiebre.
Música para pastillas.