Nos supo salvar.

16 de enero de 2013

Descargos sociales


Yo, mi ombligo, mi ser, ambiciones que piensan que demostrar amor, que siquiera nombrar la palabra con "a" da escalofríos. Mi ser, mi obsesión, mi miedo, mi rutina, todo mío. Todo yo, siempre egocentrismo, egoísmo, el dadaísmo que sale de este surrealismo tan expresivo pero sin sentido, quebraría un par de piernas por el simple placer de ser un importante mercenario de la alta suciedad.
Lamiendo sal, chupando un limón, pienso, reflexiono, miro el techo, camino hacia el comedor, subo las escaleras ruidosas, me prendo un cigarrillo y me tiro en la cama. Pongo algún disco a elección, con el volumen al mínimo, simplemente para que la voz se retuerza de dolor y no sentir ningún color.
Aquellos, que nos miran desde afuera, que nos dicen que no somos para nadie, se retuercen de envidia, pero se mueren de miedo porque no tienen coraje, ni para imaginarse una historia de a dos. Para esos que sienten el viento en la piel, pero no tienen frío, porque los sentimientos le son ajenos a su realidad, esos, son los que algún día terminan subrayando un fallo en contra suyo. Yo, me adentro en mi ser y me apeno por ellos, porque lo único que logran es que el mundo se vuelva tan vulgar, como pagar por sexo. Tan insensible, como maltratar un animal, tan despiadado como mentirle a un niño. Los que cortan sus muñecas, son los mismos que mañana nos darán un consejo, por eso, todos nosotros insensatos, sólo estamos de paso. Tan rápido pasa todo, que si no jugás un poco, ni siquiera te das cuenta que estás vivo. Si no arriesgás a todo o nada, por lo que te apasiona, por lo que querés, por quién querés, no vale la pena estar vivo y la vida se vuelve tan inmoral, que me daría asco ser alguien así.
Pero en los ojos de un soñador, se ve luz, dolor, castigos inevitables, esperanza y redención.
Promesas que no pienso explicar, deseos que prefiero apagar.

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