Sos el
puente que debo cruzar, sos la sonrisa que contagia frialdad. Todo lo que es
moda lastima, todo lo que cambia debe ser realidad. Aquello que inventamos, es
nuestro sueño sin barajar. El amor te salvará, el amor te destruirá. La ira sólo
trae destrucción, la destrucción trae rencor, el rencor atrae al dolor y el
dolor se convierte en frustración.
Renacemos
en el alcohol que nos deshidrata junto a la música, nuestros huesos se
convierten en arena al mismo tiempo que nuestras neuronas desaparecen. Tal vez
algún recuerdo melancólico nos conceda algún que otro pecado para no perder más
que una noche en palabras vacías y papeles arrugados.
Yo sé que
soy nada más que palabras gastadas en un fondo desanimado, ciertos placeres
aplastan nuestras mentes, ciertas rarezas aparecen para confundirnos, pero la
bestia no puede aplastarme. Aquellos males desaparecieron, el sueño ha
comenzado de vuelta… La vida toma control y todo parece apaciguarse por un
rato. Aquel miedo que nunca estuvo desapareció, una guitarra desafinada suena,
desafinada pero con alma, se nota que el vino pudo inspirar a éste poeta que
tiene en sus manos un arma de seis cuerdas. Puede, quiere, arranca y promete
mucho más que corromper deseos y lujurias. Las estrellas guían un camino medio
turbio que se entrelaza con el aroma de la noche y de calles a medio pavimentar, que tiemblan al escuchar los colectivos rugir, ya que el día aparece de nuevo y
con el alba, la ilusión de desvanece.
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